Todos los seres humanos somos como Pinocho. Todos podemos escuchar esa vocecita interior que intenta mantenernos despiertos y atentos ante todo lo que nos sucede
El dueño de la olla no era demasiado solidario, pero se sintió obligado a prestarla. A los cuatro días, la olla no había sido devuelta, así que, con la excusa de necesitarla fue a pedirle a su vecino que se la devolviera.